Los metales, a parte de ser un recurso no renovable, tienen la capacidad de ser reciclados indefinidamente sin perder ninguna de sus propiedades importantes. LLorens|gmr en su planta de tratamiento trabaja para evitar el descarte de metales en vertederos por el enorme impacto en el ecosistema.

 

Los residuos metálicos durante su tratamiento pasan por varias fases donde se van separando y clasificando según su naturaleza.
Los residuos metálicos se clasifican en férricos y no férricos.

 

Los residuos férricos son fundamentalmente el hierro y el acero. Estos residuos son muy valorados para el reciclaje, ya que ahorran, por un lado, una gran cantidad de energía respecto a la producción desde el mineral y, por el otro, una cantidad importante de agua.

 

En cuanto a los no férricos, hay un gran abanico de materiales como el aluminio, el cobre, el magnesio, el plomo, el estaño y el zinc, de los cuales el aluminio es el material más reciclado. Estos residuos tienen un gran valor económico, ya que su recuperación ahorra grandes cantidades de materias primas que, en este caso, tienen un precio elevado y además son difíciles de extraer.

 

Llorens|gmr lleva a cabo una escrupulosa segregación de toda chatarra para posteriormente suministrarla a las industrias siderúrgicas y fundiciones, las cuales la funden, refinan y convierten en nuevo metal.